sábado, 14 de junio de 2014

TURILLO BIANCO (Salvatore, Salvador)


Un padre es más que un espermatozoide triunfante en una carrera sin cuartel por la supervivencia. Un espermatozoide define el sexo, puede proveer una nariz, podría colaborar en unos ojos, podría dotarnos de algunos rasgos de temperamento...

Un padre es más que eso. Es una senda, muestra una forma de  caminar, determina un sentido.

Muchas veces le toca ser el malo y se resigna a su papel. Otras derrocha una profunda ternura disfrazada de rigidez. Algunas se enoja de verdad; impotente, estresado de preocupación, no halla en su precario manual la actitud correcta; sabe que se equivoca pero no halla el modo, la forma adecuada.

Es el ídolo en nuestra infancia; la piedra de la discordia en nuestra adolescencia, el que no sabe nada y quiere tener razón; el consejo desoído en nuestra juventud y, el que tenía la razón en nuestra adultez, aunque nunca nos hayamos dado la oportunidad de decírselo, o la perdimos.

Suele estar poco pero su presencia se respira; juega con nosotros y nos gana una mano a las cartas porque su niño interno no quiere darse el lujo de perder todas las veces, y nos mira con profunda admiración cuando le ganamos en buena ley.  
Con el tiempo deja de decir tenés que y lo cambia por un me parece, se da cuenta que nos crecieron alas; y si nos equivocamos nos palmea en la espalda mientras dice no importa, el que pierde gana dos veces, la próxima será mejor. El que parece que no se da cuenta de nada, pero antes de despedirse te susurra, casi un secreto, contá conmigo


En fin, los que tenemos uno, sabemos de qué estoy hablando.

LB

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