domingo, 3 de agosto de 2014

¿¡OTRA VEZ?! ¿POR QUE SIEMPRE A MI?


¿Cuántas veces te hiciste esta pregunta? ¿Una, dos, tres? ¿O te pasa como a mí que ya creo que fueron miles de millones?
¿Te detuviste a pensar cuántas veces tu queja reincidió en hacerte sentir una víctima? ¿En cuántas oportunidades aprovechó para degradarte ante el espejo y ante los demás y hacerte sentir inquerible, diminuto, intrascendente?
Estimo que sí, que te pasa como a mí.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¿Nos falla el instinto? ¿O será que le hacemos caso? ¿Desoímos nuestra intuición? Tal vez de no usarla se nos atrofió. ¡Nos hemos intelectualizado tanto!
¿Será que hacemos siempre lo mismo, que nos ganó la tecnología de la repetición y obtenemos, por tanto, el mismo e indeseado resultado?
¿Será que nos regodeamos en esto de ser víctimas de un destino prefabricado? (¿Desconoce alguien acaso el poder de la víctima?)
¿Qué tal un cambio de actitud?
¿Qué tal probar algo nuevo, tomar la sartén por el mango, ser dueños de nuestro timón? Virar, escorar, crear nuestro derrotero, hacernos responsables ciento por ciento de cada decisión, sin importar el consenso ni la aprobación de los demás.
[“Nada nos enreda en mayores males que el atenernos a los rumores, en la creencia de que lo mejor es lo aceptado por consentimiento de muchos, y el seguir los ejemplos más numerosos, rigiéndonos, no por la razón, sino por la imitación de los demás.” (Séneca)]


Tal vez nos haga cosquillas el miedo si pensamos así. La amígdala nos paraliza ante cualquier cosa, por pequeña que sea, que se aproxime a una “amenaza”. Nos aprieta la cabeza ocultando el camino,  la estalla; apunta su daga al estómago y nos revuelve las tripas…
¿Es fácil desterrar al miedo? No. Aseguro que no. La mente es un laberinto de contradicciones, su archivo infinito y el poder de sus memorias poderoso. Nada se le escapa, nada olvida. No hay muchas garantías de no repetir…


[“Es rey quien nada teme, es rey quien nada desea; y todos podemos darnos ese reino.” (Séneca)]
Y, ¿quién quiere ser rey? A mi modo de ver, todos y cada uno de nosotros.
A veces elegimos el reino equivocado, el reino de otro.
Me pregunto cuál es nuestra capacidad en esa materia, en esto de dominar lo ajeno, de sojuzgar al otro, de decir lo que para él es mejor cuando somos incapaces de dominar lo nuestro, de gobernarnos a nosotros mismos, de elegir lo mejor para nosotros.
LB

Hace unos años, pocos, una compañera del taller Polifonía, me envió un link que le dio un giro a mi eterna búsqueda. Lo comparto con ustedes.


Lo siento, perdóname, te amo, gracias.



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