Hoy 5 de abril de 2014, se llevó a cabo la presentación de la Antología
"... El diálogo nos amontona", del proyecto ROI de Editorial Dunken
Va aquí un anticipo
Esta antología se las trae! Como muestra basta un botón, les cuento que la autora más joven es Ana Micaela Medina, 9 años, con su cuento "Un monstruo en mi colegio", a partir de esto, lo que puedan imaginar...
Mi participación:
COMPÁS DE ESPERA
Un llamado, un simple
llamado telefónico alcanzó para devastarla; rompió violentamente el capullo
donde todos sus gusanos maduraban. ¿Qué
era lo que quería? ¡Veinte años! Apenas veinte años, veinte años no es nada,….canturreó
su mente.
Se miró al espejo. ¿De dónde habrá sacado ése que veinte años no
es nada? Seguramente no se miró al espejo. Pensó mientras contaba sus patas
de gallo y acertaba con una más de las que había contado la última vez. ¿Y la frente?¡Bah!
Se alejó del espejo una
mano abrazando la otra, se frotaban entre sí, retorciendo los dedos, desesperadas.
Las tenía heladas, como la sangre cuando escuchó su voz. Ahora no, ahora
bullía, recorría todo su cuerpo aceleradamente provocándole golpecitos en las
sienes al ritmo de su corazón que ya había puesto la quinta en una batucada
imposible de detener.
¿Por qué no le dije que no? Y vos que te hacías la
superada. ¡Miráte! Volvió al
espejo, los ojos ardientes de fiebre, apenas aliviados por esas pocas lágrimas
que se derramaron por su cuenta y que no la dejaban verse; un espejo de agua
que la atrapó en un embrollo de facciones desfiguradas, de cicatrices abiertas,
de dolores, de soledades, de esperas inacabadas, interminables…
La había dejado literalmente
en Pampa y la vía. Un beso y una promesa fueron su única herencia. No hubo nada
más, ni una nota, ni un llamado, ni… Ella recordó ese legado mucho tiempo ignorando
los silencios, cada vez que la esperanza
parecía encapricharse en abandonarla. Recreaba ese momento como si fuera el único
de su vida, una y otra vez; lo convirtió en el único de su vida. Pero después
vino Angélica, su amiga, su mejor amiga hasta ese momento en que le contó, le
contó lo que ella no quería escuchar. Eso mismo que su corazón y su mente se
obstinaban en hacerle ver y ella miraba para otro lado.
La echó a patadas de su
casa, empujándola fuera con una sarta de insultos y atrocidades imposibles de
repetir; la destrozó y la desterró de su vida. Ella se fue llorando pero
regresó una y otra vez rebotando en la rabia de su amiga que se la había
agarrado con ella.
Se quedó tirada en ese
mismo sillón donde estaba ahora, el tiempo suficiente para que sus lágrimas se
secaran y su furia se adormeciera…
A las siete sonó el
timbre. Ella no lo escuchó. Encendió un cigarrillo. Los timbrazos se
repitieron, una vez, dos, tres, tal vez algunas más. Se sirvió otro shot de
tequila y se entretuvo siguiendo con la mirada las volutas de humo. Voy a llamar a Angélica. Voy a pedirle perdón.
Ella seguro va a perdonarme. Yo… no sé si yo podré perdonarme el haber sido tan necia.
Sí oyó los golpes en la puerta. Sí oyó que alguien la
llamaba por su nombre. No hizo caso. Yo
no espero a nadie. Se dijo.Ya no… y
subió el volumen de la radio.
LB