sábado, 17 de septiembre de 2011

LETICIA

Leticia
Es difícil esto. Se me está haciendo cuesta arriba cuando en realidad voy rodando barranca abajo como una pelota de trapo envuelta en felpa. Dicen que cuanto más alto subís más ruido hacés al caer. Seguramente no es mi caso, mi descenso es suave, imperceptible, mudo, casi poético, (¡Mandate un poco la parte, total! Nadie escucha) ¿Y Dios? (De tan viejo le aqueja la sordera me parece).
 Voy a poner la pava. El mate es buena compañía (¡A falta de algo mejor!). ¿El timbre? ¿Es el timbre? Puede ser, voy a ver… ¡estas pantuflas me tienen harto con su plaf, plaf indecente! Y las baldosas, intrigantes heladas, cuentan mis pasos: uno, dos, tres, cuatro… la puerta cada vez está más lejos. ¡Qué cosa las cosas! Parecen entes autárquicos. Hoy están aquí, mañana más allá, pasado ¡¿quién sabe?! Quizá ni siquiera estén. Juegan a las escondidas conmigo. ¡Cómo si yo tuviera tiempo para jugar!
La mirilla se ha empequeñecido, casi no se puede ver qué hay del otro lado. Debería abrir y ver. ¿Las llaves? ¿Dónde están las llaves? ¡Dónde se han metido! Mejor no. No abro nada. ¿Para qué? El timbre debe haber sonado en mi cabeza. A mi cabeza se le da por esas cosas.
¿En que estábamos? ¡Ah, sí! En la lectura: La guerra y la paz. La guerra y el hambre. La guerra y el miedo. La guerra y el estruendo destructor. Los mendrugos como rocas, solo aptos para roer; las ratas; la humedad de la piedra; la picana siempre lista como boy scout del infierno… los ojos de Leticia, llamándome, esperándome. (¡Sí, ya sé! La promesa que te mantuvo vivo.)
¡Qué frío! (¿Decís frío y estas sudando?) ¡Calláte vos que no sabes nada! Nada de nada. Solo estorbar. ¿Por qué mejor no me decís dónde está la manta en vez de taladrar mi cerebro? Habrase visto tipo más molesto…
¡Qué oscuro está todo! Debo haberme quedado dormido. ¡Leticia! ¡Leticia! ¿Por qué no me despertaste? ¿No ves que ya es de noche? ¿Y la cena? ¿No preparaste nada para cenar? ¡Mujer, que tengo hambre! ¿Dónde te has metido? ¡Mirá la pava! Toda negra. ¿Será posible que seas tan distraída? ¡Leticia! ¡Leti…! (Leticia ya no está viejo, y dejá de llorar como un marrano. ¿Estás seguro que te condecoraron a vos? ¡Vengan, vengan todos, miren al héroe de guerra de las mil medallas llorar como una niña!).
¡Te dije que te calles! ¿En qué idioma hablo? Leticia se fue, ya lo sé. Pero va a volver. En cualquier momento. (Si eso te hace feliz… Entonces, ¿por qué lloras?). ¡No! ¡Te digo que no! No estoy llorando. Es que leer mucho me irrita los ojos. (Sí, ¡claro! Ya veo).
(Por de pronto si querés comer algo va a ser mejor que te pongas en campaña). Sí, tenés razón. No sé que le anda pasando a esta mujer. Mirá, fijáte, ni siquiera hizo las compras. Si hay algo que le sobra a esta heladera es espacio. Y esto ¿qué es? ¡Puaj!  Mejor lo mando a la basura. ¿Dónde está el tacho? ¡Ah!, acá está. ¿Quién lo habrá cambiado de lugar? ¿Y esto? ¡Cucarachas de porquería! ¡Cómo se atreven!
Veamos que hay por aquí. Una lata de atún. Bueno, no estamos tan mal. (¡Ni que hablar! ¡Bocato di cardenale!). ¡Mirá! Acá hay pan (De tan verde parece queso roquefort.) ¡¿Por qué no te callas?! El abrelatas debe estar por aquí. ¿Ves?
(¿Dos platos?) Ella va a llegar en cualquier momento, te lo dije. (Esperá sentado viejo. Tus piernas ya no están para estos trotes) ¡Dejá de tomarme el pelo! (¡Nunca me atrevería! Pero sabélo de una buena vez: de donde está Leticia no se vuelve hermano. ¡No llores sobre el atún que ya tiene bastante sal! Y la sal no es buena para tu salud.) ¡A quién le importa! (¡A mí! ¡Pero claro, a vos te importa un comino que a mí me importe!) ¡Tal cual! (Llorá, llorá si eso te hace bien. Después de todo, ¿Quién te vé? Yo, que no puedo separarme de vos aunque quisiera. Pero no quiero, ¿sabés? Y Dios, de tan viejo, también debe estar ciego. Así que, no hay de qué preocuparse. ¿Quién te va a cuestionar?) Vos. (No, ya no…)
Leticia, Leticia. Si vos no salías ni a la puerta sin mí ¿Cómo es que te fuiste sin decirme? ¿Cómo no me pediste que te acompañe? Seguro estás perdida y yo acá penando. Y yo acá sin saber qué hacer contigo, sin saber qué hacer conmigo…


Lorelei

RESULTADOS DEL SEGUNDO CONCURSO DE CUENTOS/NARRATIVA DE EDITORIAL PS‏

GANADORES:
1.- primer puesto: "Leticia" seudónimo: Lorelei.
2.- segundo puesto: " Naranjal” seudónimo: Irupé 
3.- tercer puesto "Capdevilla” seudónimo: Maby.

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