lunes, 19 de septiembre de 2011

EL RETORNO

¿En que oculto recoveco perdí mi independencia? Su sabor espléndido. Su extraña adrenalina. Esa sensación tan parecida a la libertad. (Solo por hacer una figura y que se me entienda. La libertad no existe. Es una vaga invención de la Revolución Francesa. Totalmente impracticable.)
Hoy, que la estoy recuperando en su totalidad me siento feliz, me veo posible, me imagino espléndida. No puedo verlos en estos momentos pero sé positivamente que hasta el brillo de mis ojos ha cambiado y todo mi rostro sonríe a la vida, como hacía tiempo no lo hacía.
Hoy, de nuevo, nuevamente, renovadamente, me siento merecedora de esta vida magnífica que se me muestra una vez más como una fiesta colmada de manjares, algunos amargos; y un horizonte mutable que me invita a cada instante a seguir el camino, mi camino, único, privado, exclusivo, irrepetible.
A mis espaldas dejo la duda; la incomprensible sensación de no sentirme una, una conmigo, una con el todo. Atrás dejo los retazos de un tiempo que no era el mío, de un lugar que no me pertenecía, de un espacio que aún con mi presencia estaba vacío.
Con la frente ávida de la caricia del sol, con el cabello sediento de brisas, con el corazón exultante ante el posible chubasco o la tormenta renovadora, con las cartas y el astrolabio en  mano para no perder el rumbo que anida en mi mente despliego las velas como alas que me llevaran al próximo puerto, ése que me está esperando.
LB

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