miércoles, 12 de junio de 2013

Hoy, 11 de junio de 2013, cuando nuestros relojes marquen las 23:40 de este huso horario, se cumplirán mis 56 años de esta vida en este planeta. Simultáneamente, un segundo después tal vez, se iniciará el segundo año de mi séptimo ciclo.
Horas, minutos segundos, tiempo y espacio creado por nosotros para medir, sutil paradoja, nuestra supervivencia eterna. En esta escuela las cosas las hemos hecho así.
Todo cambia, todo tiene un ritmo, todo tiene su par de opuestos, todo vibra, todo hace espejo con su correspondencia, todo es mental. Lo enseñaban los herméticos que ya abren sus puertas para todo aquel que quiera oir...
He aprendido mucho; he perdido,… No, no es cierto, siempre he ganado; me he extraviado muchas veces y me he reencontrado otras tantas un poco diferente, me he juzgado con negligencia y abusado de mi severidad en cada juicio emitido. Y trato desde lo profundo del ser seguir los pasos de mi Ser, quien conoce bien la ley del Amor que mi humanidad desfigura, y sigo tratando sin dejar de intentarlo a pesar de los numerosos fracasos aparentes.
Agradezco a todos mis maestros, cada cual en lo suyo, a vos que sos parte de este grupo innumerable y a los que creen no saber de mi existencia ya que  seguro colaboraron en mi aprendizaje. Espero en cada caso haberlo retribuido debidamente.
Sé que el mundo puede cambiar pero necesita que nuestras individuales cambien. Sé que no hay carros triunfales y que de haberlos son solo carros de esclavitud llevando detrás a los corderos, mansos,  al mismísimo matadero.
Sé que para que cambien nuestras individuales debemos modificar nuestra educación, nuestra manera de pensar,  al punto que nos permita abandonar lo que enseñamos y aprendemos, que raya en lo absurdo sin que lo notemos, y nos lleva a seguir una y otra vez el mismo sendero que nos ha conducido hasta aquí sin detenernos a mirar el tendal que dejamos. Y preguntándonos hasta el cansancio porque todo sale mal si hacemos las cosas bien.
Sé que nos es fácil aprender y enseñar a otros a pensar por sí mismos porque no les damos los elementos para que puedan hacerlo, porque las más de las veces no los tenemos nosotros y debemos reinventarnos. Y es claro el concepto, no lo hemos aprendido y los que saben algo de esto no se arriesgan porque no es fácil dominar a las gentes que piensan, que razonan, que ven, que no quieren ser determinados en ningún régimen, que solo cuestionan en base a sus conocimientos y no de oídas o en base a sus prejuicios, que conocen el respeto y lo aplican, que viven de acuerdo a sus códigos, que como todo cambia, también cambian ellos.
Ambición y Prejuicios, pésima combinación.
Sé que hay guerras, y muerte y destrucción, sé que la Tierra está cansada y en su agotamiento se rebela, pero nadie hace alusión alguna al vaciamiento de sus entrañas que emerge sobre su faz contaminándola. Sus rebeliones son actos de supervivencia. Deberíamos saberlo, ni siquiera de venganza. La tierra no sabe de eso.
Hoy, con amor, agradezco también a mi cuerpo, que como la tierra, soporta estoicamente mis contradicciones mentales, anímicas y emocionales y me acompaña sobrellevándome. Buen amigo y compañero increíble que sabe que conmigo no tendrá paz hasta que esto acabe, y resiste, y se aviva a cada uno de mis deseos. Tal vez es en él dónde más se detecta el paso de este tiempo ficticio. Los cabellos que se destinen, la piel que ya no es tan tersa, los huesos que necesitan precalentar para enfrentar la jornada porque ya no hay tanto lubricante y sí más peso que soportar. Pero él no me abandonará hasta que no haya cumplido mi tarea.
Eso puede producirse en cualquier momento, lo que quede pendiente entonces habrá sido vanidad, error de elección. Nada más.
Vivimos una época de grandes cambios. En apariencia más veloces que nuestra mente... No nos engañemos, hemos aprendido buenas y malas cosas, una de ellas es el ponernos límites, sobre todo a la mente.
Vivimos persiguiendo cosas que no necesitamos que ni siquiera podemos disfrutar.
En el momento justo me di cuenta que ese no es el plan. Todavía  me olvido a veces y me dejo tragar por la vorágine.
El conocimiento sin la acción no tiene resultados, es vana palabrería.

Sé que continuaré por estos lares aun un rato. No sé cuánto y no me importa. Y sepan que cuando me vaya habrá fiesta, y buen vino, y buena música, y que solo por respeto no prohíbo el llanto, pero si pueden evitarlo mejor. Al fin y al cabo es mi fiesta de graduación y esto no es triste para nada ni para nadie. (LB)

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