miércoles, 2 de noviembre de 2011

ALTA GAMA

Tengo 23 años; una carrera universitaria; dos idiomas comprendidos, leídos y hablados con la mayor fluidez; un cuerpo envidiado o deseado según quien lo juzgue y un interés especial por las ciencias, la tecnología y  las relaciones humanas.
No me gusta el maquillaje más allá de un simple touch que realce, sin exagerar,  lo que más me atrae de mi rostro, y sostengo que la elegancia no se fundamenta  en las marcas ni en el exceso de euros, sino más bien en el buen gusto y un concepto que más tiene que ver con la armonía que con la moda.
Soy una profesional independiente. Manejo mis tiempos, mi trabajo, elijo cuidadosamente a mis clientes bajo la lupa de mis propios códigos, exponiendo los términos contractuales de mis servicios con claridad. En mi profesión, cualquier detalle dejado al azar puede convertirse raudamente en un problema desproporcionado.
Leí una vez:
 Para resolver un pequeño problema se necesita un mínimo de inteligencia.
 Para resolver complejos problemas se necesita, como mínimo, un máximo de optimismo.
Para generarlos, sólo se necesitan pequeños o grandes acomplejados”
 Y yo agrego, parafraseando a Sun Tzu en su obra “El arte de la guerra”,  que el mejor problema es el que se evita.
No me gusta la rutina. Mi trabajo es creativo y esta cualidad se extiende a todos los momentos y ámbitos de mi vida. Pero debo admitir que hay cosas, pequeñas repeticiones diarias, inmensos placeres para mí, que se me brindan y me llaman y sin que me dé cuenta se convierten en el use to de todos los días: los ejercicios al levantarme que conservan la firmeza de mi cuerpo y despejan mi mente; la ducha liberadora; el café, las tostadas y el ordenador en la cocina, de espaldas al sol,  brindándome el catch up de la jornada.
 Mis abultados ingresos no me impiden ver las realidades. Vivo en un pequeño y acogedor piso. No tengo ni licencia ni auto. Me encantan los taxis llevando y trayéndome desde y hacia donde quiera, relajada y fresca. Y como habrá sabido comprender, no cometo excesos con mi vestuario ni en mi arreglo personal. Sé que con el tiempo no podré seguir ejerciendo y debo estar atenta a ese futuro que me espera.
Mi dedicación laboral no excede los tres días semanales, a veces menos. No necesito más. El  servicio que ofrezco es impecable y adecuado a las necesidades de mi selecta clientela. Al imponer mis códigos, ésta se decanta con naturalidad.
Debo mi éxito a mi amiga Sandra que sin quererlo me mostró una posibilidad, generó la idea; a mi visión, que supo traducir una situación cotidiana y simple en un negocio redituable; a un fiel amigo que me abrió la puerta grande de mis primeros contactos; a lo que la naturaleza me dio y mi empeño conserva; al hecho de que realmente disfruto lo que hago y al profesionalismo que le impongo. A partir de esto mi panorama se amplía en lo que aquí llamamos el boca – oreja.
Además los trabajadores independientes contamos en la actualidad con una herramienta sumamente eficaz: la internet. ¿Le dije ya que me aficiona muchísimo la tecnología? ¿Sí? Pues tengo un blog, al que puede acceder si gusta, un diario donde comento mis experiencias de todo tipo, no solo laborales, contacto así con muchísimas personas. Justamente acabo de cerrar un concurso literario de cuentos ad hoc. Se presentaron 38 dentro de las bases propuestas. Son muy buenos, debiera tomarse un tiempito para leerlos.
No soy la única que se desempeña en este campo, ni que hablar. Pero soy casi única en el estilo que le imprimo. Creo, con seguridad, que esto se debe a que en mi caso fue una elección libre, elucubrada (en su significación en desuso), pensada, elaborada; y no porque la necesidad, la vida, alguien o alguienes me empujaran u obligaran  a ello.
Dados los lineamientos legales actuales es mejor que no sepa a qué me dedico con exactitud, aunque estimo que a esta altura ya lo habrá vislumbrado. Sólo le garantizo que mi actividad es de alto standing, con glamour si cupiera el término. Si la ley se pusiera de nuestra parte y legalizara esta antiquísima fuente de trabajo, muchos dejarían de ser explotados, marginados, apaleados por lo más abyecto de la hipocresía que nos rodea. Pero, y en esto estará de acuerdo, estimo, el poder castiga a los supuestos detractores y ampara a los propios en su seno, transgrediéndose a sí mismo.
Disculpe mi lapsus de mala educación, hace rato que estamos hablando y aún no me he presentado.
Soy Bodydulce, para lo que usted quiera y hasta donde yo quiera dar.

Carmen Liliana Bianco
GANADORES EN NARRATIVA (5 PARTICIPACIONES):
1.- primer puesto: "Alta Gama" , seudónimo Carmelita.
2.- segundo puesto: " El Convicto"” seudónimo: Anémona. 

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