lunes, 24 de octubre de 2011

BIANCA


Me llaman Bianca. No se dejen engañar por mi aire distinguido.

Soy apenas una sobreviviente de los andurriales de Caseros. Fuí rescatada hace un tiempo y me llevaron lejos de aquí.

Fui reina y señora de un monoambiente en las Cañitas. ¿Por qué lo llaman así? ¡Quién sabe! Porque en ese lugar no hay una sola caña, ni cañita, ni nada que se le parezca.

Por lo poco que puedo entender, quienes viven en los caños no implica precisamente que habiten una mansión, pero de cañitas no sé nada.


Yo soy pequeña aún y los mayores dicen que hay cosas que los pequeños no entendemos, así que esperaré a ser mayor. Ellos parecen saberlo todo.
Así que de un día para otro, pase de la hierba húmeda y fría a la calidez de mi camita celeste, con colchón en un hermoso tono de azul, comedero y bebedero en composé, mi toalla, mi manta y baño privado (bueno, no tanto).
Tengo unos amiguitos con los que juego. Son  de una impavidez mortal: se dejan hacer lo que yo quiera, no emiten sonido alguno. Se ve que ante mi autoridad de ama y señora quedan como paralizados.
Como pueden ver ese lugar era por demás confortable. Es verdad que solo tenía un pedacito de cielo y todo el aire de la ciudad y ninguna tierra que remover ni planta para olisquear… detallitos que le dicen.



Las vueltas de la vida, ¡ejem!, como dicen los mayores, me devolvió a estos parajes caseriles. Desconozco la razón, a los pequeños no siempre nos dan explicaciones.


Me mudaron con todas mis cosas, para que no extrañe.

Aquí también soy ama de un monoambiente.  
Pasé   varios  días  en  mi trabajo de reconocimiento
del terreno,  dando vueltas por aquí y por allá buscando
escondites  de   calidad,  lugares adecuados para el
descanso y el esparcimiento.

En fin, la cuestión es que a la semana tenía todo bajo control,  con  mi  habitat perfectamente distribuido: comedor,  rincón  siestero, dormitorio nocturno, sala de invierno, rincón de veranosolarium, gimnasio y el ojo negro del incansable ocio; el cuarto de baño, itinerante, por momentos evasivo.
Mi olfato es de gran ayuda en estas circunstancias.

Un día lo encontré fuera de los límites de mi residencia.
Fue un cruce revelador: las fronteras superaban lo que había previsto en esos días. Se extendían más allá rumbo a lo desconocido. Dicen que nuestra raza es muy curiosa. Ustedes conocerán, imagino, el adagio ese que dice que “la curiosidad mató al gato”, seguro que sí.
¡¿Ya  les dije yo que los mayores saben todo?! También tienen razón en ésto.
Ni bien hube cruzado debí enfrentarme a un  par de bestias salvajes que corrieron hacia mí. No me daban las patitas en la huida, encima con esta deformidad que me entorpece en las trepadas y, por lo visto, en las escapadas también. ¿Les dije que mis patitas delanteras corresponden a otra raza? Bueno, ciertas cosas afectan también a la nobleza.
¿O ahora me van a hacer creer que la nobleza es perfecta? ¡Justo a mí!



Un nuevo horizonte se abría ante mí. Después del susto inicial, emprendí mis exploraciones con una dosis de precaución. Las bestias merodean por aquí, pero no parecen tener intenciones criminales conmigo. De todas maneras mantengo la distancia.



El cielo se mostró amplísimo a mis ojos y mil propuestas de turismo aventura se irguieron ante mí, seductoras.

No rechazo ninguna. Solo las programo para disfrutarlas mejor. Mi agenda está llena por varios años: montañas, selvas, ríos, playas, ruinas, de todo hay en mi reino. ¿Qué más puedo pedir?



Bueno, lamentablemente los tengo que dejar. Como ven, tengo muchas cositas para hacer.


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